SISTEMA PENITENCIARIO: Crónica de un desastre anunciado – I PARTE
UNA MALA DECISION Y UN NOMBARAMIENTO AUN PEOR.
Ha pasado casi un año desde la creación del Ministerio para el Sistema Penitenciario y del nombramiento de su titular la Ministra Iris Varela. Hoy demás está decir que confirmo y ratifico lo que dije al inicio de su gestión…un gran error de este Gobierno dejar el grave problema penitenciario en manos de una persona sin experiencia y sin capacidad para afrontarlo de manera efectiva y con la contundencia que exige. Ya el separar el Sistema penitenciario del ámbito del Interior y Justicia era a mi juicio un grave error, pero sin duda y como lo he manifestado insistentemente, el nombramiento de su titular resultó una total e indiscutible aberración.
Advierto que jamás he dudado de las capacidades gerenciales de una mujer, en especial cuando se trata de asumir retos que exigen fortaleza, sacrificio, compromiso y entrega, pero la situación del sistema penitenciario exigía mucho más, exigía capacidad, exigía habilidad, exigía voluntad, exigía conocimiento, exigía experiencia, pero sobretodo exigía inteligencia para manejar acertadamente las vicisitudes que a diario se presentan.
A pesar de mis criticas hacia el Ministro Tareck siempre fui muy enfática al reconocer sin complejo alguno que ha sido el único en plantearse el abordaje del tema penitenciario de manera acertada, al menos en teoría. Desafortunadamente su política penitenciaria, aun siendo acertada, no logró la transformación necesaria, los logros que pudieron materializarse se vieron minimizados ante los alcances del desgobierno y la violencia. No obstante, me atrevería a decir que no fue por falta de voluntad, sino más bien, a mi juicio, por falta de colaboración por parte de quienes son grandes responsables de esta situación, también por exceso de confianza o simple arrogancia de creer que solo podía hacerlo y además por la falta de contundencia para exigir que todos los actores responsables actuaran eficazmente en el cumplimiento de sus funciones. Aun así, si algo le reconozco y le endoso de manera exclusiva, es ser el primer Ministro que en un acto de osadía o de excesiva ingenuidad se atrevió a levantar desde el MIJ la bandera de la Humanización como política y como fin. Quizás ello responda a que solo quienes han estudiado la criminología, quienes se han adentrado en su conocimiento, están en capacidad de entender el alcance y necesidad de humanizar el sistema penitenciario. Pese a ello pareció olvidar el ministro la imposibilidad de implementar un Plan de Humanización en función de una Población Carcelaria sobre lo cual no se ejerce la total y absoluta autoridad, sobre un sistema carcelario que se ha vuelto ingobernable para el Estado y en un espacio hostil donde el control lo detentan lideres negativos armados hasta los dientes.
Pretender que dotar de autonomía e independencia al sistema penitenciario era la vía para alcanzar los objetivos que este se plantea demuestra una gran falla en la manera como se concibe la política de seguridad del estado, pues a mi juicio, si una materia exige ser abordada de manera integral y coordinada, emulando una especie de engranaje mecánico, es precisamente la materia de seguridad. Es por lo que, si bien la “independencia y autonomía” del poder judicial trastocaba ya la efectividad de la política de seguridad al actuar de forma no solo paralela, sino además de manera inoperante, el perder el control sobre el sistema penitenciario termina por colapsar el engranaje y desbaratar cualquier posibilidad de ejecutar una política de seguridad que aborde efectivamente y de manera conjunta cada uno de los aspectos que la componen (Prevención – Acción Policial – Poder Judicial – Sistema Penitenciario), componentes que se inter-relacionan y que solo abordados de manera concatenada y coordinada podrán alcanzar los objetivos propuestos.
Pero bien, a pesar de esto y recurriendo a un acto de ingenuidad, podríamos decir que un Gobierno donde los poderes responden a una sola voz y a una sola línea, resultaría posible que mas allá de las “separaciones” todos se encaminaran aun en forma paralela hacia lo que debía ser un objetivo común. Como dije, un acto de ingenuidad que casi raya en la estupidez, aquí es evidente que cada uno avanza a su manera, algunos en su acostumbrada inoperancia (poder judicial), otros que parecieran arar en el mar (MIJ) y otro que torpemente avanza con paso firme hacia el más estrepitoso fracaso.
Así vemos como el abordaje de la problemática en el área de la seguridad se diluía en una serie de políticas y planteamientos aislados incapaces de tomar por si solos la efectividad requerida.
Continuarà…