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SAIME: UN AÑO DESPUÉS…

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Hace poco más de un año dediqué una entrada a una gestión a la que durante un tiempo hice seguimiento y de la que pude constatar su evidente y radical transformación.  Una transformación que como dije entonces, nació desde adentro, desde sus funcionarios, que es donde a mi parecer nace la verdadera revolución de un Gobierno.

SAIME: Antes y después de Dante Rivas, fue el titulo con el que identifiqué aquella entrada, sin pensar que hoy tomaría tanto sentido.  El tiempo demostró que efectivamente si hay un antes y un después de Dante Rivas en el SAIME, desafortunadamente, al mismo tiempo deja ver una gran debilidad en lo que es la gestión pública, a todo nivel. Deja ver cómo a pesar de los años que transcurren seguimos teniendo la misma percepción aislada sobre la forma de hacer gestión. Deja ver como a estas alturas y en pleno proceso revolucionario no comprendemos la necesidad de fortalecer nuestras instituciones garantizando la continuidad de aquellas gestiones que nos han dado buenos resultados y preferimos arriesgarnos con nuevas fórmulas que no siempre dan resultados favorables.  Más aun sobresale el egoísmo de creer que tenemos todas las respuestas y que nos la sabemos de todas, todas, más una, egoísmo propio de esa cultura individualista con la que crecimos y que no ha sido fácil erradicar, bien sea por lo arraigada que está o porque no ha habido suficiente voluntad.

Lo cierto es que hoy vemos como una gestión considerada por muchos exitosa, reconocida por adeptos y adversarios, pero que sobretodo fue capaz de demostrar que la verdadera revolución institucional era posible aun en los organismos  más viciados, colapsados, ineficientes, corruptos y  burocráticos, se viene desmoronando cual castillo de naipes en la misma medida que cambia de dirección.

La ausencia de material genera retraso en la entrega de pasaportes, con ello regresan las largas e incomodas colas que traen consigo el resurgir de los gestores, dando paso nuevamente a una institución plagada de los peores vicios cuartorepublicanos. Una de las medidas para contrarrestar el tema de las colas fue colocar toldos y sillas, para comodidad de los usuarios pensarían algunos, en mi opinión, grave error de gestión, no se puede “dignificar” la ineficiencia, por el contrario el malestar de los usuarios debe ser el que motorice las acciones y estrategias para avanzar.

Da tristeza ver como una gestión modelo sucumbe nuevamente ante el peligroso vicio de la ineficiencia y la corrupción, mientras los que están al frente parecieran perdidos tratando de encontrar la fórmula para salir a flote.  Triste ver como una institución que se convirtió en referencia de buen servicio y alta capacidad en el procesamiento de trámites hoy se ahoga nuevamente en la burocracia y el retraso.  Más triste aún resulta admitir que dentro de un mismo proceso revolucionario no somos capaces de mantener y dar continuidad a una gestión exitosa ampliamente reconocida.

Una Institución puede atravesar etapas difíciles, en el caso del SAIME la falta de material ha sido la causa reiterada para justificar los retrasos.  Ciertamente, se pudiera decir que el aumento de la divisa ha influido negativamente en su adquisición por cuanto el material para el pasaporte se compra en dólares.  Se pudiera decir también que el costo de la unidad no alcanza para cubrir gastos operativos y ni siquiera para adquirir el papel moneda con el que se hace el pasaporte. Desafortunadamente lo que pudieran ser justificaciones validas se convierten en meras excusas, vacías por demás, cuando el usuario queda a merced de gestores inescrupulosos, que por un costo exorbitante le da la respuesta que la institución no puede darle.   La respuesta oficial de una institución a sus usuarios no puede ser “que no hay material” cuando hay evidencias claras de que los gestores si tienen acceso a éste.  Aceptar esta situación es admitir nuestra propia ineficiencia para dar respuesta y clara incapacidad para evitar que terceros corruptos se apropien de nuestra gestión.  Como bien lo diría Dante Rivas “la Burocracia y la Corrupción van de la mano» y es que al final es nuestra propia ineficiencia la que da vida a los gestores, si permitimos  que un gestor sea más eficiente a la hora de dar respuesta que nuestra institución le estamos regalando nuestro espacio, pero también le dejamos el camino libre para que “nuestros usuarios” recurran a ellos.

Quizás, esta entrada no agrade mucho, sin embargo más que agradar solo intento llamar la atención de quienes ejercen la función pública, no solo en SAIME sino en cualquier otra institución del estado, esos que han recibido gestiones eficientes y positivamente valoradas y que lejos de dar continuidad las han llevado nuevamente a niveles de las que ya habían sido sacadas, que comprendan la magnitud del reto que tienen en sus manos y que lo asuman sin mezquindad, con la suficiente madurez para entender que quienes le antecedieron no son los enemigos a vencer, por el contrario, ellos, así como el talento humano que los acompañó son los aliados necesarios para garantizar por una parte la continuidad de una gestión eficiente y por la otra para formar a quienes se incorporen bajo los mismos principios y valores con los que ellos fueron formados, sin duda un aporte nada despreciable que ahorraría desaciertos e improvisaciones innecesarias y que permitiría dar paso a una nueva gestión afianzada en una experiencia tan positiva como la que le antecedió.

Solo dejando de lado el individualismo y la mezquindad y respondiendo a los valores supremos que orientan la conducta revolucionaria avanzaremos firmemente hacia la necesaria transformación del  estado que nos hemos propuesto.

Quienes están al frente de las Instituciones de Gobierno hoy, se infiere  son aquellos que gozan de la confianza del Presidente Maduro, pero también son estos los hombres y mujeres que se formaron bajo la tutela de Hugo Chávez Frías, por tanto la responsabilidad que detentan es a grandes rasgos una responsabilidad histórica, pues en sus manos está no solo preservar este proceso sino mantener vivo el legado del Comandante Supremo. Este compromiso, los llama no sólo a ejercer con probidad su función sino también a alcanzar los máximos niveles de eficiencia que permitan fortalecer la estructura de Gobierno y abrirse paso hacia la consolidación del proceso revolucionario.

Debe el Presidente ser consciente de sus propias palabras al ser juramentado Vicepresidente Ejecutivo de la República y en atención a ellas cuidar cada nombramiento que hace pero sobretodo fijar metas claras, concretas y tangibles que sirvan para evaluar no sólo la permanencia de un Ministro o Director, sino también la continuidad de una gestión más allá de este.  Un cambio de Director o Ministro no puede mandar al lastre lo avanzado ni tampoco dar continuidad a los desaciertos, un cambio de Director o Ministro debe servir para afianzar lo positivo de la gestión que se recibe y avanzar con paso firme hacia la excelencia necesaria para mantener este proceso y alcanzar la verdadera transformación de las estructuras del estado.

También debe el Presidente garantizar la necesaria articulación de su Gobierno para hacer frente a la situación política, económica y social, que hoy día no es la mejor, y que  a diferencia de décadas anteriores, se encuentra bajo la lupa de un pueblo cada vez más consciente de sus derechos y que no dudará en exigir la eficiencia prometida. Sólo en la medida que se logre articular las acciones del estado en sus 03 niveles de Gobierno, bajo una misma premisa, un fin común, una responsabilidad compartida y el compromiso de todos, podremos no solo cumplir con el legado del comandante Hugo Chávez, sino que al mismo tiempo se estarán fortaleciendo las bases del Gobierno y avanzando con paso firme hacia la irreversibilidad del proceso revolucionario.

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